domingo, abril 16, 2006

Last man standing...

Las vacaciones de semana santa resultaron ser todo un evento en estas tierras. Todos mis amigos europeos escaparon a sus paises de origen y me dejaron aqui encargado del changarro. No es una tarea fácil. En estos momentos soy la única persona no-china en el flat, en mis hombros cae la responsabilidad de evitar que los chinos declaren el pasillo y la cocina territorio chino y establezcan como lenguaje oficial el cantonés. Este ya es el idioma oficial de facto, no se molestan siquiera en dirigirme la palabra en inglés, pero aún quedan las apariencias, y en estos momentos es lo único que nos queda. Uno de los refrigeradores ya fue expropiado y ahora solo contiene productos orientales y (curiosamente) tortillas de harina; esto no es ningún logro, pues no pueden recordar la palabra "tortilla" y ya le pusieron nombre en chino, de hecho me preocupa que el mercado mexicano vaya a ser inundado con tortillas de harina chinas cortesía de mis flatmates y sus contactos en oriente.

Yo para protegerme puse el radio con musica de "Pink Floyd" y "La Maldita Vecindad" a todo volumen, ademas de cerrar mi puerta con seguro. Ya no me atrevo a ir a la cocina, asi que me alimento de mandarinas y manzanas que guardo en mi cuarto. Todo esto llega en el peor de los momentos, pues hace un par de semanas rompí relaciones diplomáticas (ya saben, retiro de embajadores, extrañamientos en la ONU y mentadas de madre) con el único chino con el que intercambiaba saludos. Todo comenzo cuando Doug, uno de los flatmates con los que voy a rentar una casa el próximo año, lo invitó a rentar casa con nosotros motivado por nuestra falta de un compañro más para completar los cuatro cuartos de la casa (nunca nos consultó y debo decir a mi la idea no me encantó, aunque me convencí de que no era tan malo). El chino en cuestión, sorprendentemente, aceptó y firmó el contrato de arrendamiento. Una semana después de firmado el contrato recibimos una llamada de los agentes de bienes raices informándonos que habían impreso el contrato en el papel equivocado y que teniamos que firmar de nuevo. Este fue el momento que el chino esperaba para dejarnos colgados y salirse del trato, y como los agentes de bienes raices diligentemente habían destruido el contrato firmado (desgraciadamente no fueron tan diligentes al prepararlo) él estaba libre de toda responsabilidad. Esto fue lo que me hizo enojar, porque aunque él aseguró en su momento que esto se debía a problemas financieros en su casa (es niño rico y sus papas le pagan todo), tengo razones para sospechar que simplemente decidió no dejar de vivir en su versión de china en Londres (donde hablan, cocinan y viven en chino, sin necesidad de hablar ingles o consumir productos elaborados al oeste de singapur) y dejarnos jodidos, pues no se ofreció ni siquiera a ayudarnos a encontrar alguien que tomara su lugar. Yo nunca le dije nada grosero, pero el sintió mi molestia y me dejo de hablar, asi que ahora soy completamente ignorado por todos ellos cuando entro a la cocina.

Escucho voces en el pasillo, se que vienen por mi, me atrinchero en mi cuarto, pero se que no servirá de nada, cuando se acaben la comida me tendran en su poder. No me iré sin pelear, pero son muchos y es poco lo que puedo contra tantos, que se sepa que mis últimas palabras serán: Tortillas, se llaman tortillas...!!!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Digno de 'Bestiario'